140 caracteres de sentido común

15/06/2012

El pasado jueves el fútbol amaneció de luto. La muerte de Manuel Preciado conmocionó al mundo del deporte. Las muestras de pésame se iban extendiendo, desde Gijón, a Santander, hasta Polonia, donde estaba concentrada la selección. Los jugadores hicieron llegar sus condolencias a la familia del técnico a través de las redes sociales, vehículo que muchos de los internacionales usan con frecuencia. Nada extraño en realidad, si no fuera porque hasta hacía unos días la Federación tenía la intención de prohibir su uso mientras se disputara la Eurocopa, algo que ya ocurrió en el Mundial de Sudáfrica, en 2010.

“No lo encuentro nada útil. Me he vuelto un poco descreído de eso”, aseguró recientemente el seleccionador, Vicente del Bosque, en una entrevista a Eurosport. El técnico salmantino, nada dado a avivar conflictos, veía cómo la polémica sobre la conveniencia del uso de las redes sociales se disparaba en un medio sin barreras y en el que sobra tiempo para que una chispa se convierta en un incendio sin control. Un asunto que no solo incumbe al fútbol español, sino que se extiende por otras Ligas y deportes, como la NBA o los próximos Juegos. Finalmente, se permitió a los internacionales utilizar estos medios, siempre y cuando guarden mesura y no cuenten interioridades de lo que ocurra en la concentración y puedan resultar controvertidas.

Hay quien opina que en la raíz del problema subyace una cuestión cultural, generacional, como le ha podido ocurrir a otros técnicos de la Eurocopa. Mientras que Del Bosque cuenta con 61 años, los jugadores se manejan entre la veintena y la temprana treintena. Para Antoni Gutiérrez-Rubí, experto en comunicación y consultor político, el uso de las redes “forma parte de un proceso personal. Hoy en día no puedes tener una identidad personal sin tener una identidad social”, opina. Sobre la gestión de la polémica, su colega Xavier Peytibi, también experto en comunicación, ahonda: “La Federación ha usado una mentalidad analógica”.

Además del factor cultural o generacional, algunos expertos opinan que sobre la primera decisión de la Federación sobrevuela la vieja idea del control, la mezcla de conceptos como la concentración y el aislamiento, el pensar que un jugador aislado puede ser un deportista más eficiente. Un error en opinión de Gutiérrez-Rubí, ya que son conceptos que “están en crisis, que ya se han superado”. “Un jugador puede estar más concentrado si se siente libre que bajo una libertad tutelada”, añade Gutiérrez-Rubí, quien incide en que se trata de un colectivo de 23 jugadores profesionales sobre los que no se tendría que desconfiar.

Desde el mundo del deporte, se trata de desdramatizar lo ocurrido, una polémica que, coinciden los consultados, se ha podido llegar a sacar un poco de quicio. Preguntado por si el uso de Twitter o Facebook influye en la concentración de los jugadores o si puede llegar a afectar la convivencia entre los internacionales, Víctor Muñoz, exfutbolista y entrenador, lo descarta: “Es un pasatiempo como otro cualquiera. Algunos juegan a la Play Station, otros se dedican a leer, a ver películas… y ahora hay muchos que utilizan las redes sociales para distraerse. No hay que darle más importancia”, zanja Muñoz. “No hay que prohibir nada, pero, obviamente, no se debe usar durante los momentos clave de la concentración, como pueden ser las charlas técnicas, o cualquier actividad de grupo, en las que el jugador tiene que estar atento y no distrayéndose con otros asuntos. En su tiempo libre, cada uno es libre de hacer lo que quiera”.

Nadie duda ya de la relevancia que tienen las redes sociales en el día a día de las personas. Independientemente de las opiniones de cada uno, de si se le encuentra utilidad o no, del sentido que puedan tener o del tiempo que puedan quitar, pocos se pueden escapar de, como recuerda Víctor Muñoz, la “vorágine en la que estamos inmersos y no sabemos dónde acabará”. “Esto no solo es un problema o un asunto de los jugadores”, añade.

En lo que respecta al deporte, un reciente estudio de GMR Marketing señalaba que en Estados Unidos el 81% de la población ya utiliza Internet como principal fuente de información de la actualidad deportiva. De ese porcentaje, el 41% entra en Twitter o Facebook para ver la última hora sobre su deporte favorito, mientras que el 40% restante prefiere páginas web. Por detrás, a gran distancia, quedan la televisión (13%), la radio (4%) y otros medios (3%).

Los jugadores de La Roja tienen casi tantos seguidores acumulados, en especial Twitter y Facebook, como ciudadanos españoles: 43 millones. Los internacionales del Barcelona Iniesta, Cesc y Piqué lideran la lista de los más seguidos, por delante de Xabi Alonso y Sergio Ramos, del Madrid. Es cierto que muchos patrocinadores obligan a los jugadores a estar activos en estos medios. También que Telefónica, dueña de Tuenti, patrocina a La Roja, pero el hecho de que la Federación no haya prohibido el uso de las redes permite comprobar cómo diferentes personas concentradas en un mismo lugar se expresan de diferente manera y hacen más diverso al equipo español. El que Piqué o Cesc escriban un tuit en catalán, o que Mata, jugador del Chelsea, lo haga en inglés, da, inconscientemente, una sensación de pluralidad a sus seguidores, ávidos la mayoría por conocer la última hora de sus ídolos de primera mano.

“Una selección, muchas voces”, podría ser un buen eslogan, comenta Gutierrez-Rubí, quien recalca una teoría: “Si La Roja quiere seguir siendo un ejemplo de integración tiene que ser una selección social. Una selección plural, diversa, en la que cada uno se expresa como quiera, en la lengua que quiera. Todo ello contribuye a que se construya una selección más fuerte”, añade. Para este experto en comunicación, un discurso único no es ni suficiente ni recomendado, por muy bueno que sea el de Del Bosque, un técnico que se ha caracterizado siempre por la seriedad y que consigue aunar a todo el grupo, como se demostró tras la polémica entre los jugadores del Madrid y del Barça. Esa visión única del equipo contrapone la realidad: que se trata de un conjunto muy diverso. “En la medida que el equipo tenga muchos registros le sirve para ser el punto de referencia de muchos territorios. La selección tiene que estar concebida como una plaza en la que desembocan muchas calles, muchos registros”.

En esta misma idea ahonda el experto en comunicación Xavier Peytibi, quien cree que, en caso de lograr un mal resultado, probablemente la gente recurra a la polémica de las redes sociales. “Si ganan, sin embargo, todo irá bien, y nadie volverá a hablar del tema”, opina Peytibi, que añade: “Lo que comparten son chorraditas, está bien que sea así. No son novatos, no van a sorprender con algún problema interno. No se van a distanciar del mensaje del seleccionador. Es una manera de ser ellos mismos, de vacilar, de mostrar su personalidad. Twitter forma parte de la personalidad de cada uno”.

Un vistazo a los tuits de algunos de los jugadores desde que están concentrados con la selección lo refrenda. Exceptuando los mensajes de solidaridad con la familia de Preciado, los chicos de Del Bosque no han hecho más referencias futbolísticas que al acabar el partido ante Italia el domingo: “Empezó la Eurocopa, un partido contra Italia disputadísimo. A preparar el siguiente con la máxima confianza”, tuiteó Andrés Iniesta. Sergio Ramos, que también hizo una mención al primer encuentro —“a recuperar y a pensar en Irlanda… Vamos España!”— aprovechó la cena de ese día para mandar una foto con Fernando Torres, al que, en broma, llamaba “la rata”. Más familiar se mostró Cesc, que subió a Twitter una foto con sus abuelos, que le habían seguido hasta Gdansk. Por su parte, Xabi Alonso, además de comentar el nuevo corte de pelo de Ramos, al que comparó con Iceman, de Top Gun, desde que está concentrado ha enlazado dos canciones, algo habitual en él: Animal midnight, de Stephen Malkmus & The Jicks, y otra de la banda de rock Alabama Shakes.

A buen seguro, quienes envidian a los jugadores españoles son los daneses, que, por expreso deseo de su entrenador, Morten Olsen, tienen prohibido su uso. “Que nos cierren Twitter es una pena, funciona como una especie de portavoz para muchos y para el modo personal de comunicar de cada uno. Pero tenemos que respetar la decisión”, dijo en su día Nicklas Bendtner, delantero danés, una de las figuras del equipo que dio el campanazo al derrotar a Holanda el sábado, y que dejó huérfanos a sus más de 50.000 seguidores el 17 de mayo, ultima vez que se comunicó con ellos a través de su cuenta.

Y de la prohibición absoluta, al control. Es el caso de Inglaterra, que ha pedido cautela a los jugadores, algunos de los cuales, como Steven Gerrard, han manifestado que ya son “mayorcitos”. O de una de las grandes favoritas, Alemania, cuyo seleccionador, Joachin Löw, permite a sus jugadores que se fumen un pitillo o tomarse una copa de vino o de cerveza, pero ha impuesto unas pautas de comportamiento: “No se puede escribir en Facebook ni en Twitter nada sobre lesiones, táctica y, en definitiva, sobre asuntos que solo conciernan al equipo”, aseguró en su día la Federación Alemana (DFB). Es decir, que impere ese sentido común que pudo faltar cuando, en una concentración el pasado noviembre, el jugador del Bayer Leverkusen André Schürrle anunció en su cuenta de Twitter que iba a ser baja ante Holanda por una gripe, algo que el técnico había querido ocultar.

El estudio de GMR apuntaba que el 86% de los fanáticos del deporte seguían las noticias principalmente desde su trabajo, pero también los había que lo hacían desde fiestas (74%), durante cenas (69%) o reuniones de trabajo (33%). Más allá, el 83% de la gente que sigue un partido por televisión lo hace también a través de las redes sociales, un porcentaje del 62% si se trata del seguimiento de noticias deportivas. Son, al fin y al cabo, botones de muestra del poderío y la fuerza de estos medios que crecen a pasos agigantados y que han llevado, por ejemplo, al COI a crear una plataforma pionera en los próximos Juegos. Así, The Hub integrará las cuentas que los atletas que tengan en Twitter, Facebook, YouTube o Foursquare y compartirá lo que publiquen con lo que hagan los espectadores.

Si bien Alex Hout, encargado de redes del COI, ha dicho que no está prohibido el envío de vídeos o fotos, sí habrá dos limitaciones: la publicación de imágenes de la Villa Olímpica, por respeto a la privacidad de los atletas, y cualquier referencia que se incluya a marcas publicitarias. Entre los deportistas con más seguidores que asistirán a la cita olímpica están Roger Federer y Rafael Nadal o los jugadores de la NBA Lebron James y Kobe Bryant.

Ahí, en la mejor liga de baloncesto del mundo, sí saben de limitaciones. Desde la temporada 2009-2010, los jugadores y el personal de los equipos no pueden desenvolverse en Twitter ni en Facebook desde 45 antes del inicio de los partidos hasta 45 después del encuentro. Una medida que ningún jugador, pese a estar acostumbrados a tener a los medios de comunicación hasta en el vestuario, puso en entredicho. “Obviamente puede resultar divertido tuitear antes de un partido o desde el banquillo, pero tenemos que lograr que la cultura moderna no se entrometa en lo que nos ha traído aquí, que es el deporte”, dijo entonces David Stern, comisionado de la NBA. Añadió: “Debemos seguir mostrando respeto hacia el juego”. Con sentido común.

Comentarios