El caso de los niños Ruth y José Bretón, los niños de 6 y 2 años de edad desaparecidos en Córdoba el pasado 8 de octubre, ha dado un vuelco inesperado. Dos informes, uno encargado por la familia de la madre de los pequeños, Ruth Ortiz, y otro oficial, han identificado restos de los niños entre unas cenizas halladas en una parcela propiedad de los abuelos paternos. El contenido del primer informe, que fue elaborado por el forense Francisco Etxeberria —subdirector del Instituto Vasco de Criminología—, fue corroborado por un segundo estudio encargado por el Gobierno a José María Bermúdez de Castro —codirector de las excavaciones de Atapuerca—. El primero insistía en que en la hoguera había restos de al menos dos menores e incluso precisa las edades: de entre dos y seis años de edad. El segundo precisaba que había dientes de un menor de seis años. Ese hallazgo confirmaría que los dos hermanos fueron asesinados por su padre, José Bretón. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ofrecerá una rueda de prensa sobre el estado de la investigación.
Unos huesos hallados entre las cenizas de una fogata en Las Quemadillas despertaron las sospechas en los primeros días de la búsqueda, pero los responsables de antropología forense de la Comisaría General de Policía Científica concluyeron que esos restos no eran humanos, sino que se trataba de restos óseos de animales. Bretón aseguró que había quemado en una hoguera ropas, objetos y documentos desechados tras la reciente ruptura conyugal. Días antes de la desaparición, José Bretón compró gasóleo.
La elevada temperatura necesaria para convertir en cenizas y hacer desaparecer el cadáver ayudaron a descartar que esos restos óseos correspondieran a los dos niños desaparecidos. Miembros del equipo que ha participado en la investigación, sin embargo, mostraron en su día su extrañeza por el extremo endurecimiento de la arcilla que había bajo los restos de la hoguera, que compararon con el que se produce con la cerámica en un horno.
La familia materna no quedó satisfecha, por lo que se decidió a encargar un informe particular sobre esos huesos. Tras recibir la autorización judicial, Etxeberria hizo un estudio sobre los restos y determinó, según fuentes de la investigación, que entre esos restos había huesos y dientes que correspondían a dos menores de entre seis a dos años. Esas conclusiones, conocidas desde hace al menos dos semanas, sorprendieron a los investigadores, que desde el inicio descartaron que los huesos de la hoguera fueran los de los niños.
Ante el cariz que tomaba la investigación, el Gobierno decidió tomar cartas en el asunto. La autoría del informe por parte de Etxeberria, un forense de gran prestigio y muy conocido por la policía, daba un vuelco a las pesquisas. Etxeberria ha participado en la mayoría de las exhumaciones de fosas de la Guerra Civil y en la de los restos de Salvador Allende, en Chile.
Además, el informe de Etxeberria no solo contradecía a la Policía Científica, sino que ponía en ridículo tantos meses de búsqueda, tantos trabajos de localización, cuando todo había estado allí desde el principio. Por ello, se buscó a otro científico de prestigio: José María Bermúdez de Castro, quien es director de Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.
Por ello, igualmente con autorización judicial, Bermúdez de Castro se puso manos a la obra y se centró en los restos dentales. Su conclusión fue que algunos de los dientes correspondían a un menor de entre cinco a seis años. Estos estudios antropológicos aún están pendientes de la confirmación por análisis de ADN.
La naturaleza de estas trazas de ADN es muy importante, ya que la parcela de Las Quemadillas, una propiedad situada a las afueras de Córdoba que fue rastreada más de 15 veces desde el pasado mes de octubre, no era un territorio extraño para los pequeños. El padre de los niños denunció su desaparición en el parque Cruz Conde de la capital cordobesa, precisamente después, según su testimonio, de haber pasado un rato con ellos en la parcela de los abuelos en Las Quemadillas. Los registros de las cámaras de vigilancia de la zona corroboran la versión de que los pequeños estuvieron allí con su padre antes de la denuncia de su desaparición.
Tras la desaparición de los hermanos hace casi 11 meses, el padre ha sido el único procesado en el caso y permanece en prisión desde el 21 de octubre acusado de la desaparición forzosa de sus hijos. Prácticamente desde el principio de la investigación estuvo presente la sospecha de una presunta venganza de Bretón contra la madre de los niños, que acababa de pedirle el divorcio antes de que estos desapareciesen. Recientemente y a través de cartas en la prensa, Bretón ha asegurado que, si quedaba en libertad, podría encontrar a los niños, pues le habrían ofrecido pistas sobre su paradero.