La atmósfera es aséptica. Todo está controlado. Un cirujano, un anestesista, una instrumentista y otros técnicos sanitarios trabajan ajenos a los intrusos. En la mesa de operaciones, un niño está siendo intervenido para corregirle su estrabismo. En el proyector se aprecia cómo el cirujano maneja con precisión el instrumental sobre el ojo del chiquillo, sedado por completo. Todo normal si no fuera porque esto no es un quirófano convencional, sino un avión-hospital varado en Danang (Vietnam). Es un DC-10 transformado en un centro médico volante especializado en enfermedades oftalmológicas. Se encargan de ello los voluntarios de Orbis, una ONG integrada por médicos, enfermeras, pilotos, mecánicos y especialistas en logística.
Ese aparato, rotulado con el nombre de Orbis y el lema Saving sight worldwide (Cuidando la vista de todo el mundo), está anclado en el aeropuerto de Danang, la tercera ciudad más grande de Vietnam (unos 800.000 habitantes). En la calle hace un calor húmedo y sofocante. Dentro, la temperatura es mucho más fresca. David M. Johnson, director del hospital volante, explica las características del avión y los objetivos de la ONG. En resumen, consisten en atender sobre el terreno a personas con problemas oculares y, además, formar a médicos locales para que desarrollen las mismas técnicas en el futuro.
El oftalmólogo estadounidense David Paton tuvo en 1970 una idea: usar la aviación para llevar a todo el mundo los avances de su especialidad para prevenir y corregir un tipo de dolencias que en aquella época sufría en mayor o menor grado el 80% de la población. Paton contagió su entusiasmo a filántropos, médicos y gente relacionada con la aviación, entre ellos a Betsy Trippe DeVecchi, hija del fundador de Pan American Airways. Así nació el proyecto Orbis en 1973. El primer avión que recibió en donación fue un viejo DC-8 que despegó de Houston (Tejas) para realizar su primera misión en Panamá en 1982. Ese aparato estuvo en funcionamiento 10 años. En 1992, Orbis compró un DC-10 gracias a tres mecenas.
En el mundo hay 45 millones de personas ciegas y el 80% de ellas podrían recuperar la vista si recibieran el tratamiento médico adecuado, según Orbis. Pero sus voluntarios no quieren curar a todos estos enfermos —una misión imposible—, sino enseñar a los oftalmólogos locales a que lo hagan. ¿Algo así como enseñar a alguien a pescar, en lugar de darle un pescado para que hoy sacie su hambre? “Sí, algo así. Yo opero y a la vez enseño a otros colegas”, dice el doctor colombiano Carlos Eduardo Solarte, que dedica parte de sus vacaciones a esta labor.
La ONG Orbis actúa en Danang en coordinación con el hospital oftalmológico de la región. Esta tarde calurosa, una docena de personas recién intervenidas dormitan, ajenas a la llegada de varios médicos y Stephen Urquhart, presidente de la relojera suiza Omega, que ha invitado a un grupo de periodistas internacionales —entre ellos, EL PAÍS— a conocer el proyecto. “Estamos orgullosos de nuestra contribución a Orbis”, recalca Urquhart. Omega ha donado un millón de euros a la ONG, además de contratar al actor Daniel Craig (el último que ha encarnado al espía James Bond) para apoyar los fines de Orbis.
El avión ha aterrizado durante los últimos 30 años en unos 80 países. Ahora lo ha hecho en Danang, donde en 1965 desembarcó el primer contingente de marines durante la guerra de Vietnam.
El viejo DC-10 será reemplazado en los próximos meses por un MD-10, donado por FedEx, una de las mayores compañías de transporte de paquetería.