Batman sale de la pantalla al rescate del cine

16/07/2012

La vista desde el Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo, llena al mero espectador de dudas vitales como cuál es el lugar del hombre en la Tierra, si existen límites a la ambición humana y, sobre todo, si esta vertiginosa vista no mejoraría en IMAX. La respuesta, al menos en boca del cineasta Brad Bird, es inequívoca: un sí rotundo. “Al menos una vez hay que verlo en IMAX”, asegura el realizador detrás de esas impresionantes tomas desde la simbólica aguja que corona Dubái y que utilizó como centro de una de las más fascinantes escenas de acción en Misión: Imposible. Protocolo Fantasma. Una secuencia, como es posible deducir por sus palabras, que rodó en IMAX.

Porque si los 828 metros de altura del Burj Khalifa son muestra de la última conquista arquitectónica del hombre, el IMAX es la nueva frontera cinematográfica en un mercado donde la gran pantalla se hace gigante. En un momento en el que el cine continúa su lucha por ganar espectadores y en contra de la piratería, y cuando la gran esperanza depositada en el 3D parece perder fuerza, son cada vez más las voces que defienden el IMAX como la única forma de ofrecer al espectador una experiencia cinematográfica que solo podrá vivir en el cine. “Es una experiencia que te sobrepasa y te envuelve, con la que realmente te sientes inmerso. Además, supone un gran instrumento para mejorar la narrativa y poder ofrecer algo épico en todas las proporciones, algo que supere los límites de la realidad y que es posible presentar al público con la grandeza de una ópera”, defendió vehemente a este periódico el director Christopher Nolan, al igual que Bird, un amante del formato IMAX.

El nombre no es nuevo ni lo es su tecnología. Fruto de la corporación canadiense también llamada IMAX, data de la década de los sesenta y su primera proyección tuvo lugar en 1970 durante la Exposición Universal de Osaka, Japón. Una tecnología que fue proliferando, curiosamente, de espaldas a la industria del cine, con sus salas relegadas a edificios singulares tipo planetario o pabellones de ferias universales, dado su gran tamaño capaz de contar con pantallas de 35 por 30 metros y cubrir un área de más de 1.000 metros cuadrados. Su programación durante años también fue marginal, dirigida a la familia como espectáculo singular y limitándose a documentales o a producciones educativas que maravillaban en lo visual pero escasamente entretenían. Ambas características cambiaron y mucho en los últimos años gracias al interés de nombres como el de Nolan, el hombre que devolvió la vida a Batman y que está detrás de una de las sagas más taquilleras de Hollywood, capaz con su trilogía de recaudar más de 1.070 millones de euros en entradas en todo el mundo y superar todos los récords en el mercado del DVD y Blu-Ray. Alguien que, además, se niega a rodar en 3D. “Tenía que ser consistente con las dos entregas anteriores”, se disculpó al confirmar una vez más que El caballero oscuro: La leyenda renace, la tercera y última entrega de Batman y el estreno más esperado de este año —previsto para el próximo día 20 de julio en España—, no llegará a las pantallas en 3D. “He preferido ofrecer físicamente el tamaño que se merece el caballero oscuro. Necesitas que llene toda la pantalla. Y nada mejor que ir de vieja escuela, ver lo que nos dio la tecnología de los años cincuenta y sesenta y aplicarlo ahora”, explicó nada más mostrar las primeras imágenes de su próxima película en IMAX, seis impresionantes minutos de tal grandeza que no necesitó decir más. Un tráiler rodado también con esta tecnología que inmediatamente rompió todos los récords de visionado incluso en pantallas tan pequeñas como las de los ordenadores, los iPad o iPods, con 12,5 millones de descargas en las primeras 24 horas. De hecho, en aquellos cines IMAX en los que se proyectó el tráiler (junto con Misión: Imposible. Protocolo Fantasma) se recordó a los espectadores que no se devolvería el precio de la entrada a quienes se marcharan después de ver esos primeros minutos de anuncio.

Nolan es reconocido como el hombre que volvió a poner la palabra IMAX en la mesa de Hollywood. Sus primeros experimentos llegaron con Truco final (The Prestige), filme del que rodó algunos minutos en IMAX. Con El caballero oscuro su sueño empezaba a hacerse realidad: la película no solo aumentó su metraje original en IMAX, sino que se proyectó en 149 salas dotadas con esta tecnología. Esto fue en 2008. Para este año Nolan espera que El caballero oscuro: La leyenda renace llegue en IMAX a unas 600 salas en todo el mundo y con 45 o 50 minutos del filme final rodado también en IMAX en origen. Cuatro veces más salas y el doble de metraje en menos de cuatro años. Su mensaje al resto de la industria es sencillo. Nadie habla de quitarle ese nuevo juguete llamado cámara digital a nadie o de exterminar el 3D que tan laboriosamente ha hecho su entrada en los últimos años en el mundo del cine. “Pero alguien tiene que mantener el filme como opción y darle a la audiencia lo que quiere y es imposible que consiga en casa, eso que siempre hemos llamado la gran pantalla”, explica. Y desde luego, a menos que alguien viva en un planetario, es difícil (por no decir imposible) recrear en casa la experiencia propuesta por Nolan o por Bird.

Incluso antes de que se estrene El caballero oscuro: La leyenda renace el mensaje ha corrido como la pólvora y si en 2011 un total de 9 de las 10 películas más taquilleras fueron estrenadas en IMAX, en este año Hollywood tiene previstos 25 estrenos en este formato. Una tendencia que también se extiende fuera de Hollywood con el estreno en IMAX de películas no estadounidenses como Sur la piste de Marsupilami, de Alain Chabat, o la cinta rusa Stalingrad, destinada a uno de los mercados de más rápido crecimiento en salas de IMAX donde de las cuatro salas de cine con esta tecnología en 2010 se espera alcanzar las 46 en 2014.

Como siempre, la motivación para esta rápida expansión está en la respuesta del público y no tanto en la apuesta artística de un director. Misión Imposible. Protocolo Fantasma pasó a ser llamada “misión impresionante” cuando con sus 23 minutos rodados en IMAX y un preestreno en 425 salas de gran formato durante cinco días consiguió 35,2 millones de euros en la taquilla mundial solo en este sistema.

Con la misma técnica de preestreno en IMAX, Los juegos del hambre consiguieron 8,1 millones de euros de su impresionante debut de 118,5 millones de euros con una sola queja entre los seguidores de la cinta: que no se mantuviera más tiempo en este tipo de pantallas. Incluso aquellas películas sin tanto éxito en EE UU como la fracasada John Carter o Ira de titanes demostraron su fortaleza en este sistema con un 17% de la recaudación de la primera procedente de los escasos cientos de pantallas IMAX en los que fue estrenada, mientras la segunda debe a estos cines el 14% de sus ingresos en EE UU.

No todo son ventajas y las pegas de esta nueva frontera cinematográfica sacada de la vieja escuela son grandes. La primera es la escasez de salas a nivel mundial. El ejemplo más cercano es España, donde existen un total de cinco salas. En EE UU el número suena mejor, 325 cines IMAX, que sumados a las salas que ya existían en museos y otras atracciones ascienden en la actualidad a unos 425 y en aumento. Pero la cifra es ínfima en un mercado en el que 39.000 pantallas convencionales dominan la industria.

Las cifras no arredran a sus defensores. “Hablamos de más salas IMAX de las que había en el momento de gloria del 70 milímetros”, respondió Nolan a este diario en defensa de un sistema que espera marque un cambio en la forma de explotación. “Quizá el sistema de distribución en uso ha llegado a su saturación y lo de conseguir números récords el primer fin de semana no es compatible con el tamaño y la calidad que quiero y que el público quiere en la presentación de sus películas”, agregó el director. Tanto los representantes de IMAX como los estudios le secundan.

Como indicó a la prensa Rob Moore, vicepresidente de los estudios Paramount, los pases en IMAX también se han convertido en el mejor boca a boca. “Un millón de espectadores que la vean en IMAX también significan un millón de personas enamoradas de la película que no dejan de hablar de ella”, aseguró por experiencia.

La otra cortapisa del IMAX son los problemas que ofrece el rodaje original en este sistema. Porque si bien cada vez son más numerosas las películas proyectadas en salas IMAX, solo una mínima fracción contiene imágenes filmadas con esta tecnología. La razón es simple y Nolan es el primero en aceptarlo: las cámaras son muy grandes y pesadas (unos 110 kilos), además de ruidosas y con tan solo unos 2,5 minutos de metraje por cartucho dada la necesidad de utilizar película de 70 milímetros, dos veces el habitual 35mm. “Son máquinas para hombretones”, bromeó Bird.

Nolan se vio forzado a construir un brazo especial que sujetara la cámara; nunca contó con más de dos rodando simultáneamente, ni en las escenas de acción, y se cargó uno de estos soportes en medio del rodaje. Las quejas incluso le llegaron de sus actores con un Christian Bale bromeándole a su director con aquello de que entre el traje de hombre murciélago y el ruido de la cámara se pasó la película actuando sordo, sin escuchar lo que decía su contrincante, un Tom Hardy que además lleva en el filme la boca cubierta con una máscara. “Es cierto que rodar en IMAX tiene sus problemas y requiere mucha más preparación, pero la calidad de las imágenes obtenidas vale la pena”, responde el director sin amilanarse. Lo mismo ocurre con Bird, poniendo como ejemplo el vértigo físico que muchos espectadores sintieron al verse, junto a Cruise, en lo alto del Burj Khalifa. “Como director vives para momentos así, donde tus imágenes llevan al público a otro lugar”, se suma el creador de Los increíbles.

El argumento va convenciendo a los realizadores y JJ Abrams ha confirmado su utilización para la nueva entrega de Star Trek, todavía sin título. Michael Bay también lo probó en tres escenas de su último Transformers reconociendo luego, cual anuncio publicitario, lo mucho que cambia ver a Optimus Prime en IMAX. Otros están igual de seguros sobre su falta de interés en el sistema. “En breve existirá el equivalente digital del IMAX”, expresó durante unas jornadas tecnológicas el también director David Fincher. “Además, a mí me gusta que una película sea homogénea, no me gusta cambiar la calidad de sus imágenes y hacer que los momentos grandes sean más nítidos porque son más grandes”, añadió en crítica directa a Nolan.

Sin que por el momento sea posible rodar toda una película en IMAX, los enamorados del sistema siguen avanzando en esa dirección. Lo mismo ocurre con la expansión de la firma autora del sistema. Solo en 2011 el número de pantallas IMAX aumentó en un 33% en el mundo y la meta es alcanzar los 765 millones de euros de taquilla en estas proyecciones en lo que va de año. Una expansión que ha convertido el IMAX en una de las mayores exportaciones de Hollywood imponiéndose con rapidez en mercados internacionales y populosos como Rusia, China e India y con la mirada puesta en Brasil como la nueva meta.

“La idea de rodar toda la película en IMAX todavía está lejos porque la cámara no es lo suficientemente silenciosa, especialmente para las escenas de diálogos”, se disculpó Nolan conocedor del ruido de generador que acompaña a sus cámaras. “Pero es la mejor presentación cinematográfica que existe. Llena por completo tu campo de visión con la mejor calidad de foco, iluminación e imagen. Y es perfecta además para los que estén cansados de las gafas”, añadió como mejor defensa a un sistema al alza al menos hasta que aparezca otra nueva oferta en el mercado.

Comentarios