El descontrol de la TDT

16/07/2012

Difícil congregar en un mismo sitio y a una misma hora a todos los consejeros delegados, presidentes y pesos pesados del mundo de la televisión. Difícil hacerlo, además, en un clima de ilusión. Pues bien, la TDT lo consiguió. Fue el 12 de diciembre de 2005, día en que la televisión digital terrestre despegó en un acto simbólico en el aeropuerto de Barajas, Madrid. El ministro Montilla dijo que la TDT revolucionaría el concepto de televisión. Se respiraba entusiasmo, perspectivas de negocio.

Los periódicos del día siguiente señalaban que en breve estaríamos haciendo las compras a través de la tele, accediendo a nuestro correo electrónico en pantalla... Arrancaba una nueva era de gran pluralidad informativa, de oferta de contenidos de calidad...

“A lo que hemos llegado es a un auténtico desastre, a una oportunidad tecnológica perdida”, afirma rotundo Rafael Díaz Arias en su despacho de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid. “Hemos llegado a un despropósito que tiene difícil arreglo. No ha habido planificación, no necesitamos tantos canales, los poderes autonómicos han dado sus concesiones a los amiguetes y ahora asistimos al estallido de una burbuja”, añade el profesor.

No todas las voces consultadas comparten este análisis. Pero la mayoría señala la deficiente planificación como elemento que ha presidido el desembarco de la TDT en España. La inmensa mayoría de canales emiten una señal que no es de alta definición real; múltiples concesiones se han realizado con criterios políticos; se están devolviendo licencias ante la imposibilidad de sacar adelante tantas cadenas con una tarta publicitaria menguante; y la inviabilidad del negocio ha empujado a algunos canales a realquilar la señal a grandes multinacionales. “Ha faltado planificación y encima nos ha cogido el toro de la crisis”, resume Jordi Bosch, presidente de Endemol España.

En estos días, la Secretaría de Estado para las Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI) negocia con los operadores privados para realojar sus frecuencias en el espectro radioeléctrico. La asignación de más espacio a la telefonía móvil (en parte, para la tecnología 4G) obliga a liberar frecuencias hoy ocupadas por las televisiones digitales terrestres. Una oportunidad para poner orden, en opinión de muchos.

En las últimas semanas hemos asistido a un pulso entre la SETSI y las televisiones privadas, con propuestas de retirada de canales por parte de la Administración y voces de alarma en las operadoras, que no quieren que les retiren concesiones. Queda por ver cómo se resuelve este proceso. Por lo pronto, todo apunta a que el coste de la reordenación será soportado, salvo cambios de última hora, por los consumidores.

La subasta de las frecuencias que finalmente se llevaron Telefónica, Vodafone y Orange a finales de 2011 reportó 1.305 millones de euros al Estado, según la federación de las empresas instaladoras e integradoras de telecomunicaciones en España (Fenitel). El ministro de Industria del último Gobierno socialista, Miguel Sebastián, anunció en mayo de 2011 que 800 millones de euros de esa venta se destinarían a la reantenización para evitar que los ciudadanos cargaran con el coste de la operación. “Hace unas semanas el Gobierno anunció que esas ayudas serán parciales”, avisa Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC). Habrá que reorientar las antenas de cerca de 1.300.000 hogares españoles. Miguel Ángel García Argüelles, director gerente de Fenitel, calcula que los costes en cada edificio serán de unos 400 euros. El coste medio por vivienda, de unos 20 euros. “La subvención debería ser total”, dice Perales. “No es un problema de los ciudadanos, que ya están soportando la crisis”.

Al presidente de la AUC le cuesta pensar que los ciudadanos tengan que volver a sacar la cartera para pagar por una TDT que no ofrece lo que promete. De entrada, los consumidores no tienen acceso a emisiones de alta definición (HD) reales: “Las cadenas privadas emiten una falsa alta definición, lo que supone un cierto engaño”, dice.

Considera, además, que la oferta no es precisamente brillante. Usa como símbolo el hecho de que un canal informativo como CNN+ acabara siendo sustituido por Gran Hermano 24 Horas. Y señala el descontrol de las emisoras locales. “Hay una profusión de canales ilegales que en muchos casos emiten contenidos ilegales como el tarot o porno de día. El mercado está enmarañado y es el momento de organizar el sector”.

Miquel Francés, director del máster de Contenidos y Formatos Audiovisuales de la Universidad de Valencia, considera que la TDT no ha aportado independencia informativa. “En el cambio a la TDT hemos añadido mucho ruido y una hiperoferta que no está justificada”, dice.

Apunta como uno de los factores esenciales en el pinchazo de la TDT en España la ausencia de un órgano regulador, a imagen del que existe en Francia o en Alemania. La Ley General de Comunicación Audiovisual elaborada por el Gobierno de Zapatero contemplaba la creación del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales (CEMA).

“Esa es una de las claves del éxito del modelo Freeview en Reino Unido”, explica Jesús Casado, exrepresentante de los fabricantes de televisores y exdirector de relaciones institucionales de Phillips. “La supervisión de la Ofcom [regulador británico independiente] hizo que se respetaran formatos, contenidos y estándares de calidad”. Casado explica que, en España, los operadores privados englobados en Uteca (Unión de Televisiones Comerciales Asociadas) consiguieron frenar la implantación del CEMA. “Aquí no se cumplió con el formato 16:9, ni con la calidad de sonido, ni con la interactividad, ni con el subtitulado para sordos, ni con el ancho de inscripción para invidentes…. Aquí se recurre a la ñapa y ¡no pasa nada!”, manifiesta.

Desde Londres, Ian Burrel, experto en medios del diario The Independent, confirma que los reguladores se encargan de supervisar que los operadores produzcan emisiones de servicio público que supongan un beneficio para la sociedad. “Es un servicio que tiene aceptación y que es muy valorado por las personas con menos recursos”, dice Burrell desde un país con considerable implantación de la televisión de pago.

Eladio Gutiérrez, el hombre que condujo la transición de la televisión analógica a la digital en sus años al frente de Impulsa TDT, la organización que agrupaba a todas las televisiones, echa la vista atrás y dice: “La introducción de la TDT fue un éxito global, si bien con la perspectiva del tiempo pasado, se podían haber hecho mejor algunas cosas”. Considera que la TDT tendría que haber contado con más canales de pago para ser viable. También dice que los televisores de HD deberían haber llegado antes al mercado: “La patronal tecnológica no mostró ningún interés en obligarse a vender televisiones preparadas para la HD. Se escudaban en que no había contenidos en HD: pero para que los hubiera hacían falta televisores preparados”.

Gutiérrez estima que la concesión de dos licencias en analógico (Cuatro y laSexta) multiplicó por dos la competencia por una publicidad que menguó con la crisis e impidió que ninguno de los dos canales pudiera sobrevivir sin ser absorbido por uno de los dos grandes operadores de la televisión privada en España, Mediaset y Antena 3. El viernes pasado, la Comisión Nacional de Competencia (CNC) autorizó, con condiciones, la fusión de Antena 3 y laSexta.

Fuentes del sector señalan que ese diseño que se cocinó en los despachos de La Moncloa para tener dos canales progresistas (Cuatro y laSexta) junto a dos más conservadores (Telecinco y Antena 3) lastró el desarrollo de la televisión en España. Dos canales recién llegados tuvieron que competir por una tarta publicitaria menguante. Ricardo Vaca, de Barlovento Comunicaciones, recuerda que en 2007 los ingresos por publicidad en las televisiones eran de 3.500 millones de euros; en 2011, de 2.250. “En 2012, difícilmente llegarán a 2.000”, vaticina.

El problema se multiplicó al recibir cada televisión privada cuatro canales para emitir en digital. “Aquí se dieron muchos multiplex [canales por los que viajan varias señales] de golpe y no se dejó que fueran consolidándose poco a poco, como se hizo, por ejemplo, en Francia”, sostiene Jordi Bosch. Miquel Francés añade: “Se admitieron más licencias en analógico para salir del duopolio y al final regresamos al duopolio. Y con la TDT tenemos más cantidad, pero no calidad”.

Berndt Reichart, director de Neox, Nova y Nitro, tres canales digitales temáticos de Antena 3, no coincide con ese análisis. “Hay debates, cine, documentales, programación para niños… Ahora tenemos un panorama más completo. El espectador ha ganado en capacidad de elección, manda más”, afirma. Ricardo Vaca recuerda que el consumo de televisión se ha incrementado en cuatro horas el año pasado, cinco minutos diarios. “En las redes sociales”, señala, “de lo que se habla es de televisión”.

Álex Martínez Roig, director de contenidos de Canal Plus, considera que la TDT no ha supuesto un salto en calidad: “Hay más canales que producto”. Alejandro Perales, de la AUC, afirma que el exceso de canales es uno de los problemas. “Hubiese sido mejor poner en marcha menos canales y de mejor calidad”, apunta.

La hiperabundancia ha propiciado que muchas licencias se devuelvan. Grupos como Veo Televisión han subarrendado frecuencias. “Las televisiones están procediendo a la subasta de un bien público [como es el espectro radioeléctrico]”, denuncia Paco Pérez, fundador de Tele K. “Es como conceder un terreno rústico que luego conviertes en urbanizable, están siguiendo el modelo del ladrillo”. Con las frecuencias se puede hacer negocio. De ahí, dicen algunos, la resistencia de los operadores televisivos a que les retiren las concesiones.

“Esta es la ocasión de reordenar el sector, ahora que hay escasez de espectro, y de cerrar esas emisoras ilegales que desprestigian a la TDT”, afirma Eladio Gutiérrez. “Las hay que emiten porno en abierto, adivinadoras, videncia… Si no somos capaces de hacer eso, este es un país de chirigota”.

 

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