La cirugía fetal rompe barreras

25/06/2012

Leyna Mykaella González tiene ahora 20 meses y una pequeña cicatriz escondida en el interior de la boca. Esta marca es el único rastro que le queda del tumor que tenía en el paladar y que, en su crecimiento descontrolado, salía de la cavidad bucal. Una una especie de pompa formada por una masa tumoral de cuatro centímetros de diámetro que un equipo de cirujanos estadounidenses le extirpó dentro del útero, a las 21 semanas de gestación, antes de que pusiera en riesgo su vida.

Tras su irrupción a principios de la década pasada, la cirugía fetal se ha consolidado como una opción terapéutica segura, y cada vez son más el número de patologías complejas que se pueden abordar, ya sean de columna, pulmonares, cardiacas o, como este caso, neoplásicas

El Hospital Clínic de Barcelona, con 200 intervenciones al año, se ha convertido en un centro de referencia estatal e internacional, al haber practicado algunas de las operaciones mas innovadoras en esta joven disciplina de la medicina.

Los especialistas que dirigieron la intervención de Leyna, liderados por Rubén Quintero, responsable del centro de terapia fetal del Jackson Memorial Hospital de la Universidad de Miami, acaban de publicar los detalles en la revista American Journal of Obstetrics and Gynecology. "No se había hecho antes nada igual", explica por teléfono Quintero, "al menos no hay publicado nada parecido".

Una ecografía rutinaria a las 17 semanas de gestación desveló la presencia del teratoma oral. "El crecimiento de estos tumores pueden ser muy rápido, con el riesgo de sangrados descontrolados y un importante riesgo para el feto", comenta el cirujano. "Apenas se podía ver la boca del bebé debido al desarrollo [de la neoplasia]". Y si la pequeña llegaba a nacer, sería precisa una traqueotomía, porque no podría respirar.

El tumor se extirpó mediante una fetoscopia (se usa un endoscopio fetal, más fino y más largo que uno convencional). Los médicos practicaron una pequeña incisión en el abdomen de la madre, por donde introdujeron este instrumento, un cable articulado de solo tres milímetros de diámetro, que no solo permite acceder a la zona donde se encuentra la lesión y enviar imágenes, sino que transporta una fibra óptica en cuya cabeza se encuentra una punta de láser capaz de seccionar el tumor y cerrar la herida. El teratoma, una vez separado del paladar de la paciente, se dejó el la bolsa amniótica, tras una intervención de poco más de una hora.

Esta operación se ha anunciado tres meses después de que el Hospital Clínic de Barcelona comunicara otra intervención intrauterina innovadora que, en este caso, salvó la vida a la pequeña Alaitz. A las 26 semanas de gestación fue tratada, por un procedimiento similar al de la paciente estadounidense, de atresia bronquial, una grave malformación en el pulmón derecho. Gracias a la fetoscopia y el láser se liberó la obstrucción que sufría en los bronquios.

Algo más frecuentes son el tratamiento mediante cirugía fetal de las obstrucciones urinarias, que impiden que el feto orine y que provocan un fallo renal, o de la hernia diafragmática congénita. En este caso, el músculo que separa el tórax del abdomen está perforado y las vísceras (estómago, intestino, hígado) se desplazan hacia los pulmones impidiendo su normal desarrollo, como explica Eduard Gratacós, jefe del Servicio de Medicina Maternofetal del Hospital Clínic de Barcelona. A esta lista se sumó hace unos años el tratamiento de la espina bífida, una malformación congénita que impide que la columna se cierre y se forme correctamente. O la obstrucción de válvulas cardiacas.

"Durante muchos años se consideró imposible entrar en el útero para tratar al feto sin provocar un aborto", apunta Gratacós. "Se temía que la luz del endoscopio dañara al feto, todo daba mucho miedo...", relata este especialista, cuyo servicio practica la mayoría de las 300 intervenciones de cirugía fetal que se practican en España cada año.

Todo ello comenzó a cambiar a finales de 1990 y principios de 2000, cuando dejó de ser un procedimiento experimental, hasta alcanzar el nivel de desarrollo actual. "Cada vez estamos llegando más lejos. Ya sabemos qué se puede y qué no se puede hacer con el feto sin provocarle secuelas".

¿El futuro? "Quizás llegar a ser capaces de reparar la rotura de membranas en el caso de la rotura de aguas prematura, o, más lejos, el empleo de célula smadre en el feto". Antes, vaticina, llegarán métodos de diagnóstico más sofisticados, el paso previo que permitirá el abordaje de nuevas patologías.

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