Las Quemadillas o nada

25/06/2012

“Pese al tiempo trascurrido, aún hoy existen diversos interrogantes sin respuesta, pero al menos, éstos parecen concentrarse casi en su totalidad en la finca de Las Quemadillas o en sus zonas limítrofes, siendo ese el lugar donde José Bretón pudiera presuntamente ejecutar una acción criminal contra sus propios hijos, de consecuencias irreparables, lo que explicaría su súbita desaparición”.

A la policía le asaltan multitud de sospechas y obtiene menos certezas en las 212 páginas que componen las diligencias policiales realizadas en los seis primeros meses desde que el 8 de octubre Bretón denunciase haber perdido a sus hijos, Ruth y José, mientras paseaba con ellos por el parque Cruz Conde, en Córdoba. Para intentar compensar la balanza, los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) regresan hoy a esa parcela de 10 hectáreas las afueras de Córdoba Un lugar que es el último donde se sabe, a ciencia cierta, que los niños estuvieron.

Hasta ahora, todo el trabajo realizado el Las Quemadillas en la quincena de rastreos anteriores, no ha arrojado luz ninguna en la investigación. Hace dos semanas, los agentes prospectaron durante días sin resultado. Hoy está previsto que vuelva a usarse un georradar, que sondea el terreno en busca de irregularidades sospechosas. Una máquina similar ya se usó en los primeros rastreos de octubre, sin ningún resultado.

Para empezar la retahíla de preguntas que se busca responder, los agentes no saben qué hizo Bretón los 12 días que su teléfono móvil indica que estuvo visitando la finca de Las Quemadillas, antes de que desapareciesen sus hijos. La pequeña Ruth dijo, antes de desaparecer, que su padre estaba haciendo obras. Pero no hay signos evidentes. Tampoco se sabe por qué el día de autos, Bretón engañó a su familia al decirles que iba a ir con sus hijos a comer con unos amigos, cuando en realidad nunca había quedado y fue directo a la finca.

Los agentes se preguntan por la desconexión de las aplicaciones de geolocalización de su móvil, mientras estuvo dentro en la finca de Las Quemadillas la tarde del 8 de octubre. Asimismo, sospechan del sentido último de la enorme hoguera que hizo ese día: “Se entiende que el motivo de esa hoguera es un embeleco articulado a través de una maniobra realizada con el propósito de generar confusión, y quizás lo más importante, de ganar tiempo”, señalan las diligencias.

Sobre el contenido de dos bolsas de basura que las cámaras de vigilancia demuestran que Bretón arrojó al salir de la finca, tampoco se sabe nada. Bretón ha ofrecido dos explicaciones distintas. Las dos versiones “no pueden entenderse de manera distinta a que su contenido [el de la basura] tiene que estar relacionado con los hechos que se investigan”.

Los estudios periciales demuestran casi al 100% que los niños no están en los asientos del coche de Bretón cuando él sale conduciendo fuera de Las Quemadillas. Pero además, el vehículo tarda media hora en llegar, cuando lo calculado en las dos reconstrucciones realizadas es que sea de 24 minutos.

Por último, a los agentes les asusta los restos de ADN encontrados en el coche de Bretón. En especial la sangre que manchaba un pañuelo de papel que, junto a otros restos orgánicos y restos del golete de una botella de agua, pertenecen a la niña Ruth Ortiz. Y la prueba obtenida de la superficie de un rollo de cinta americana hallada en el vehículo, cuyo ADN pertenece al pequeño José Bretón.

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