Los narcos aprenden química

13/08/2012

Al contrario que los camellos bíblicos, que no cabían por el ojo de una aguja, los camellos de la química —los narcos— han encontrado resquicios para colarse. En este caso, legales. El mercado de la droga se reinventa día a día para aprovechar vacíos normativos, y proliferan las nuevas sustancias legales. Drogas que se obtienen a partir de una pequeña reformulación de aquellas ya conocidas y tipificadas como prohibidas. No se pueden perseguir, pero son igual de peligrosas que el resto. En lo que va de año se han detectado en España tres: yayo hard, APBD y 4metilanfetamina. Entre 2010 y 2011 se localizaron en toda la Unión Europea 90. Sustancias que en su mayoría se venden en la clandestinidad y el trapicheo, aunque también pueden encontrarse en Internet o en ciertas tiendas, en forma de cápsulas o polvos alegres que se suelen comercializar con el reclamo de que ayudan al subidón.

Julia González, directora de la Unidad de Información del Plan Nacional Sobre Drogas, alerta del incremento de estos nuevos estupefacientes. “Entre 1997 y 2004 se detectaron 36, y solo en 2011 se encontraron 49. El salto ha sido inmenso”, dice. Un aviso que también lanza la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, que en su último informe hablaba de la proliferación de estas sustancias y la dificultad de perseguirlas.

González explica que la mayoría de esas drogas recientes se detectan gracias a los propios consumidores, a organizaciones que se dedican a analizarlas o a través de la policía. Toda esa información, una vez se ha estudiado la sustancia, se canaliza a través de una red de alerta europea que evalúa su riesgo y —si lo considera— propone que ese producto hasta ese momento desconocido pase a formar parte del catálogo de drogas ilegales. Un listado en el que se encuentran, por ejemplo, la cocaína, la heroína o la metanfetamina.

Pero la rapidez del mercado es pasmosa y es imposible hacer constante la actualización de las sustancias controladas. La última inclusión fue en verano de 2010, con la mefedrona, una sustancia de efectos estimulantes similares a los de las anfetaminas o la cocaína, que se comercializaba en forma de polvo, sales de baño o incluso fertilizante para plantas. Antes de esa incorporación al catálogo, sin embargo, países como Reino Unido ya la habían prohibido después de detectar varias muertes asociadas a su consumo.

Los camellos de la química, sin embargo, se dieron prisa por encontrarle sustituta. Y surgió la nafirona, aún sin legislar en la mayoría de la UE. Josep Rovira, coordinador del área de drogas de la asociación Bienestar y Desarrollo —responsables del proyecto Energy Control, que analiza sustancias en muchos puntos de España—, también habla del incremento de estas sustancias. Y de sus peligros. “El problema es que tienen muchos más riesgos que las ya conocidas porque no se han estudiado. No hay conocimiento de los daños que pueden causar”, dice. “Además, son sustancias de difícil manejo que se suelen consumir en microdosis, con lo que la posibilidad de equivocarse es habitual”, añade. También González, que explica que se va a crear un comité de expertos europeo para analizar los nuevos hallazgos, alerta sobre esto: “Nos preocupa porque, como son nuevas, no sabemos cómo se comportan en el organismo”.

Lo que buscan estas sustancias es imitar los efectos de aquellas más comunes y ya ilegales. Como la yayo hard, descubierta por primera vez este año, precisamente en España, una sustancia similar a la ketamina que produce una alteración de la realidad. O la APBD, una droga parecida a un alucinógeno que se detectó en una tienda de Madrid donde se vendía en forma de cápsulas. Y es que no es difícil hallar establecimientos donde se venden sustancias psicoactivas como incienso o material de jardinería. Tampoco encontrarlas en la Red; en 2011, el Observatorio Europeo sobre Drogas encontró 440 páginas web que aprovechaban el vacío legal para ofrecerlas.

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